PABLO BERNASCONI CON CHUBUT CULTURAL

PABLO BERNASCONI CON CHUBUT CULTURAL

27/09/2017 Desactivado Por Juan Jose De Focatiis

Nuevamente en Puerto Madryn, el ilustrador y escritor Pablo Bernasconi dialogó a solas y en exclusiva con Chubut Cultural. Fue en la Biblioteca de la Escuela Mutualista, bajo la mirada (y escucha) atenta de Margarita Sacks, y antes de la charla que ofreció ante un diverso público que celebró una vez más la sensibilidad de este artista patagónico. ¿Los temas? De todo: su proceso creativo, el futuro, la relación con el público y, por supuesto, un anticipo de lo que será «Mentiras y Moretones», espectáculo que pondrá en escena el jueves 28 de septiembre a las 19 hs. en el Auditorium, gracias al trabajo conjunto de las Escuelas Mutualista, Tierra de Infancia y la Provincial N° 87 de Puerto Pirámides.

CHC: ¿Cómo dar una charla sobre ilustración, pasar del lenguaje visual al verbal, para explicar tu proceso creativo?

PB: No es fácil. Uno trata de ejemplificarse con imágenes, porque la imagen tiene esa polaridad que no tiene tanto la palabra, no? Que da lugar a muchas interpretaciones, si uno no la toca con palabras. Hay detractores de eso, por ejemplo, que dicen «que se explique por sí sola, como el cine, el teatro o la música». Yo no me animaría a explicar imágenes de otros, quizá sí a hablar del proceso creativo detrás de mis propias obras, que eso sí es algo que me gusta. Porque es algo como imposible, tratar de hablar de algo inmaterial. Es como algo que ensayo acá, y que a mí me ayuda a entender por qué hago las cosas que hago y cómo suceden, porque es en el lugar de las charlas donde me involucro, o hago eso racional.

CHC: Porque no es que vos estás en pleno proceso creativo y vas pensando qué estás haciendo para luego decir, en la charla voy a hablar de esto.

PB: Claro, no sucede. Ni yo planteo las charlas desde ese lugar. Como la que dimos recién (a docentes y bibliotecarios/as en la Biblioteca Pedagógica), yo no sabía qué iba a pasar. Y eso me gusta. Uno está expuesto a la sorpresa. Y cuando es más tipo conferencia, donde yo voy a hablar, como ésta (la que brindó luego de la entrevista, en la Escuela Mutualista, que fue abierta a todo público), también estoy expuesto a la sorpresa de que me pueda equivocar, que pueda decir cosas de las que no estoy tan seguro, que pueda arriesgar explicaciones que van a suceder en ese momento. Digamos, no es algo que yo tenga tan elaborado como para recordarlo y luego decirlo, sino que es más bien contar los procesos, las sensaciones, ciertas emociones que uno atraviesa en el proceso creativo. Y soy muy cauteloso con las palabras. Soy preciso, me gusta serlo. La precisión tanto en la imagen como en los cuentos, en el concepto, en los libros, en la poesía… en las palabras. Me parece que es importante ser preciso. El hecho de ser vago implica una ambigüedad que es hablar por hablar. La persona que habla por hablar tiende a ser vaga. Un político habla de esa forma porque se rodea de un mensaje que está envuelto en una neblina. O, en realidad el mensaje es muy nítido, lo que está envuelto en la neblina son las palabras que utiliza para llevarlo adelante. Eso a mí no me gustaría. Entonces, destaco el hecho de ser preciso, y si más o menos puedo contar ciertas cosas que quizá no entiendo cómo funcionan pero que sí atravesé de forma genuina. La creatividad tiene espacios y momentos en los que yo sé lo que pasa, y sé cómo se siente. Y de eso sí puedo hablar.

CHC: Escucharte es estar contemplando tu obra, porque hay una coherencia entre tus palabras y tus ilustraciones. Ahora, pensemos esto de la precisión en tus collages, por ejemplo, donde hay una textura que está allí no porque queda bonita, sino porque está muy pensada. ¿Cuál es el proceso en ese sentido? ¿Hay espontaneidad o mucho trabajo de refinamiento de la primera idea?

PB: Soy muy respetuoso de la primera impresión creativa, que es totalmente espontánea. Ese impulso es como una piedra en bruto. Ahora, dentro de eso yo sé lo que hay. Incluso lo puedo romper. Puedo tratar de esculpirla como a mí me gusta y romperla. O la hago tan perfecta que ya ni parece lo que fue en un principio. Entonces yo cuido mucho eso. La espontaneidad, por ejemplo, yo la trabajo mucho con los títulos. Casi como una cábala, te diría: el primer título que se me ocurre de un libro, va a quedar. Y es un faro que ilumina el resto del libro, todo el tiempo. Dure lo que dure el libro. Y eso también es esa piedra que está en bruto. Ahora, yo la voy dando vueltas, estudiando, observando, prestando mucha atención a todo lo que suceda mientras estoy en la ejecución de ese libro. Después, eso queda para otro momento. No es que convivo con eso para siempre. Y eso es lindo, porque no hay forma de permanecer en una rutina. En cada libro nuevo que hago, no sé lo que va a pasar.

CHC: ¿Qué te moviliza para una nueva obra? ¿Cuestiones sociales, cotidianas?

PB: Muchas cosas. No tengo una obsesión. Por ejemplo, hago muchas cosas que tienen que ver con los inventos, la creatividad, la historia, los aviones… como el Capitán Arsenio, por ejemplo, porque mi herencia familiar tiene que ver con eso. La ciencia, mis viejos eran científicos; los aviones, yo soy piloto; la Patagonia, vengo de ahí. Todas esas cosas evidentemente me llaman la atención y además son terrenos que me son familiares, entonces uno se acomoda a eso. Me costaría hablar de Polonia, no sé, que no conozco y no sé cómo funciona. Me gustaría, pero no lo haría porque sería demasiado osado. Me gusta la osadía, pero tampoco la irresponsabilidad. Esos son hechos, pero también hay cosas que suceden. Veo, de repente, algo. Eso pasa: de repente algo me causa una sorpresa, y esa sorpresa tiene raíces profundas. Entonces digo, por este suceso pasa esto y aquello, y con esta persona pasa esto… entonces eso crece hacia abajo, con un montón de información que lo rodea, como una planta, algo así. Y yo hago crecer eso con mi interpretación para el otro lado. Recién hablábamos de un libro que se llama «No (es así)», que se trata de la controversia que hay sobre el estado de la razón. La persona que sostiene su razón por sobre todas las cosas, no porque tenga razón sino porque le avergüenza no tenerla. Eso a mí, en una época de nuestro país, me sorprendía mucho desde un punto de vista social, y escribí algo sobre eso.

CHC: Hablás de plantas, de brotar y florecer… ¿hay tierra fértil, hablando de este país hoy?

PB: Sí, sí. ¡Es genial, a mí me encanta! Es sorprendente, es muy divertido, este país. Muy injusto, déspota. Da rabia a veces, angustia. Pero es orgánico. Es como un humano. Yo veo otros países, he viajado mucho, y a veces veo situaciones como de mucho confort. Por ejemplo, en Europa tienen otros problemas, ¿no? pero es como un embole, también. Veo que hay como una cristalización de lo humano, en algunas partes, que no la vi antes. También va desplazándose eso, como corazones del planeta que se van trasladando. Y hoy Latinoamérica es un corazón. Yo lo veo así.

CHC: Suena a un relato de ciencia ficción. ¿Sentís que, como dicen los Redondos, «el futuro llegó hace rato»?

PB: El futuro me encanta, como tema. De hecho, siempre estoy pensando en hacer algo sobre eso. Pero me parece que no, que el futuro nunca va a llegar. Lo que va a suceder es que estas aspiraciones que tenemos de convertirnos en seres cada vez más tecnológicamente dependientes, para los que los ejes de conversación pasan por lugares que a veces son completamente superfluos, en diferentes etapas, son como de un momento a otro una avalancha, cuando sucede algo que nos moviliza.

CHC: Volviendo a las charlas, y pensando en tus roles, ilustrador, escritor, y no solamente para niños y niñas. Cuando te parás frente a estos dos públicos: el adulto y el infantil, ¿qué encantos tiene cada mundo?

PB: Depende el día, ¡depende de mi paciencia! A veces el mundo adulto me hastía y necesito encontrar esas piedras en bruto, de vuelta. No las encuentro en el mundo adulto y voy a los niños. Tampoco para ir a escarbar ahí, pero es como una recarga. Me enchufo a los niños y encuentro piedra en bruto. Y eso a mí me fascina. No los entiendo, y encontrarme con ellos, charlar con ellos, o con mis hijos, por lo menos, o en la escuela donde están ellos, en la que estoy bastante involucrado, me ayuda mucho a depurar ciertas cosas del mundo adulto. Ahora, también a veces me empalaga, y necesito encontrar como un raciocinio, a la fuerza.

CHC: Suena a lugar de privilegio, esto de poder ir de un extremo al otro para cambiar la mirada…

PB: Sí, sí. E incluso los libros me dan esa oportunidad. Hay algunos como «Finales» o «Retratos», que tienen una impronta más dedicada al adulto y atraviesan etapas largas, de años, tal vez un año y medio largo. No es que sea algo exclusivamente para adultos, digamos, pero sí algo que está abocado a generar pistas para las que el adulto va a tener más herramientas.

La charla termina porque el artista tiene que empezar su presentación ante la gente que fue a escucharlo en la Escuela Mutualista. Antes de la despedida, le pedimos un anticipo de lo que será el show «Mentiras y Moretones»…